miércoles, 17 de agosto de 2011

SOBRE LA BECA HASTA NUESTROS DIAS (PARTE 3)

Sobre la Beca hasta nuestros días (mezclado un poco con la prenda de cabeza)... parte III

Resumiendo:
  • En 1835 se prohíbe el uso de prendas talares a los estudiantes, siendo la beca una prenda de estas, desaparece.
  •  Prohibido el traje talar surgen entre los estudiantes dos tipos de manifestaciones:

  1. Iniciativas a la autoridad para recuperar el antiguo traje o incluso para que se instaure de nuevo uno para todos distinto del antiguo (como en el caso de los estudiantes sevillanos en 1925).
  2.  Iniciativas tendentes a la adopción de una prenda que no sólo los distinga como estudiantes sino además como cursantes de una determinada facultad a través de los colores (hongos, sombreros tipo mosqueteros, gorras de fuelle...). en cualquier caso no se consigue una uniformidad entre todos los estudiantes del territorio nacional.

Continuamos:

En el último cuarto del siglo XIX aparece una nueva iniciativa consistente en el uso del color pero sin vincularlo a ninguna prenda...

Dice el “Diario de Córdoba” del 23 de marzo de 1878: “Se ha concedido a los estudiantes de la universidad de Valencia el uso de un lazo del color de la facultad respectiva, que se prenderá en el ojal de la levita”.

La iniciativa tiene éxito y se generaliza entre los estudiantes de toda España... así en “La Dinastía” de Barcelona del 4 de diciembre de 1888 podemos leer lo siguiente: “Aprovechando la invitación que se les ofreció, ayer tarde visitaron la Exposición Universal gran número de estudiantes de varias universidades, que se encuentran en esta capital. Muchos de ellos ostentaban en la solapa un diminuto lazo del color distintivo de la facultad correspondiente”.

Pero además la iniciativa triunfa entre los estudiantes que integran estudiantinas, y así José Fraguas, en su obra El Estudiante. Novela de Costumbres Escolares (Biblioteca del Renacimiento Literario, Madrid, s.f. aproximadamente 1890 ) cuenta que: “El producto de las serenatas, en las que el lucro en vez de la simpatía de personalidades, fue el primer guía, nos proporcionó lo suficiente para el pago del alquiler de los disfraces, contratado con un sastre de teatros. Cada cual puso los guantes, medias, zapatos, lazos y escarapelas. Por lo que estimulado el amor propio, resultó como natural consecuencia el mayor lujo y elegancia en ellos. Uniformados con nuestra chaquetilla de terciopelo, ceñida por un cinturón de cuero con hebilla, calzón corto por encima de la pierna y de la misma clase que la chaqueta; medias de seda negra, zapatos de charol con escarapelas del color de la Facultad respectiva. Sombrero de medio queso con la cuchara atravesada, y colocado oblicuamente de izquierda a derecha; capa de paño negro terciada por el sobaco y luego sobre el hombro izquierdo. Y, por fin, lazo en el derecho con cintas largas y anchas del color amarillo para Medicina, rojo para Leyes y morado para Farmacia, además de que el guante negro y una bolsa de seda para los postulantes, componían el total de nuestro disfraz; imitativo de los sopistas complutenses y salmantinos”.

Ejemplos de lo anterior hay muchísimos... vayamos a la prensa:

- Sobre la Estudiantina Madrileña en su visita a Córdoba dice el Diario de Córdoba 01-03-1924: “Visten el clásico traje del antiguo estudiante español y cada uno ostenta un lazo de los colores de la Facultad que cursa [...] Componen la sección instrumental trece guitarras, seis bandurrias, cinco laúdes, tres violines, una flauta y cuatro panderetas. Las señoritas que acompañan a los escolares constituyen la escolta de la bandera”.
- Sobre la visita también a Córdoba de la Tuna Salmantina, compuesta por 33 estudiantes de las distintas Facultades de la Célebre Universidad castellana, dice El Defensor de Córdoba 03-03-1927 que vestían “el típico traje del estudiante español, y en el brazo izquierdo y en el mástil de las guitarras, llevan lazos con los colores de la Facultad a que pertenecen”.

Para concluir este capítulo dos cositas a colación de lo anterior:

1. Se me preguntó una vez por privado cómo se distinguía en el siglo XIX a las estudiantinas formadas por estudiantes de las que no universitarias: hasta la dopción del lazo en nada exteriormente salvo que llevaran bandera (que a veces es pancarta, osea dos palos con sábana en medio, en la que se leen cosas del estilo “los estudiantes granadinos para los soldados españoles en Cuba”), aunque claro está los periódicos dan noticias... después de la adopción del lazo, las integradas por estudiantes lo llevan y las otras no... ahora bien, ¿dónde lo llevan?: prendido en el hombro descubierto del manteo.
2. Esto de los lacitos a quien más quien menos le recordará la costumbre “moderna” de prenderse lacitos reivindicativos acuñada actualmente con bastante asiduidad: víctimas del terrorismo, a favor de las víctimas del huracán X, campaña de la Cruz Roja..., pero ¿es de verdad tan moderna?. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida... lean el siguiente escrito del Rector vallisoletano al Consejo en el año 1791 sobre los desordenes producidos por los estudiantes en las comedias:

“… estos desórdenes señor, cada día han tomado más aumento y en tanto grado que en la temporada, que acabó en el marttes de carnestolendas de ocho de marzo de este año, se ha visto vuestro Rector, siempre atento y vigilante en ejecutar vuestras reales órdenes, en la precisión de poner en la cárcel pública de este General Estudio muchos de los estudiantes con motivo de sus ezcesos y desórdenes, por quejas que le han dado los padres y parientes de unos y los que cuidan de ottros, generalmente desaplicados según los informes de los catedráticos celosos en precaber su total perdición, pues en algunos el trato familiar con las cómicas hasta llegar a manifestarlas por escrito los vehementes deseos que tenían en casarse con ellas, jóvenes nobles y de distinguido nacimiento, y en los más la asistencia por la mañana y tarde a los ensayos y representaciones son causa de la corrupción de sus costumbres, de la detracción y entero abandono de su obligación, llegando a tal estremo de desorden que toda la juventud de este pueblo se dividía en tres bandos por las comediantes, teniendo el atrevimiento de ponerse cada partido un distintibo que era en unos un lazo de cinta verde, en ottros de cinta blanca, y en otros encarnada…”. 
 
Un lacito discreto...
 

(Información obtenida gracias a Maese Chencho de la Tuna de Medicina de Córdoba)

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