DECISIONES
Y MISTERIOS...
Ya
dentro de nuestro temporal cuartel general, discutía con todos los caballeros,
la estrategia que deberíamos tomar tanto para seguir reclutando gente (hasta
ahora sin saber cómo estaban las cosas en el condado de Fuchinga Alta, así como
en el resto del orbe) como para liberar a mi hermano Orson. Surgía una gran
interrogante:
- ¿Quiénes
lo tendrían prisionero?
- ¿Serían
acaso miembros y espías de la Orden Tunae del sr. Gallumbos?
Muy
poco posible, puesto que tenía certeza que mis cartas llegaron tanto a la
parroquia de Bucaramanga como al pueblo Real de Minas (ambos en el Reino de la
Gran Colombia) donde Maese Fósil ya se había movilizado con sus bravos
caballeros hacia Nuestra Señora de la Asunción de Panamá ante una posible
emboscada por parte de la Orden.
- ¿Enemigos
locales?
Era la
hipótesis más creíble ya que dada la relativa cercanía que separaba nuestros
territorios, su movilización no hubiera sido tan larga, además no estaba seguro
si Orson sufriera o no algún otro percance. Sin embargo y a la vez, esta
hipótesis era poco probable, debido a que la mayor parte de los bienes de
nuestros enemigos fueron invertidos en armamento y víveres tanto para sus
guerreros como para muchos otros mercenarios.
- ¿Piratas?
Ninguna
flota osaría enfrentarse a mi hermano Orson, puesto que su estandarte flameaba
en lo alto de su barco, y conociendo tanto la habilidad, pericia y hasta la
dureza por la que eran conocidos Orson y sus hombres (a quienes curiosamente
llamaba “los mirmidones”) dichos piratas hubieran necesitado una flota por lo
menos tres veces mayor tanto en artillería como en guerreros, aunque difícil,
esta idea tampoco era descartada.
- ¿Los
encapuchados? (me di cuenta que hasta ahora no sabía ni el origen ni de quiénes se trataba, pero seguía llamándolos así, pues el "nombrecillo", como que pegaba)
Mmm...
En ese
momento recordé que no tardaría en llegar el emisario que resolvería todas mis
dudas con respecto a estos individuos.
Rápidamente
y mediante consenso, decidimos que al llegar a la Ciudad de los Reyes,
juntaríamos todas nuestras tropas hábiles y dividiríamos nuestro ejército en
tres partes (no me gustaba la idea de dividirnos, pero ante dicha situación extrema, había que proponer una solución extrema), el primero estaría comandado por Mick Jagger y se dirigiría al
puerto del Callao, tomaría el único barco en buenas condiciones que quedaba,
llevando consigo los guerreros con mayor experiencia en táctica, acecho y
navegación, su misión sería dirigirse directamente a Panamá (desembarcarían en
Santa María la Antigua, para luego continuar su trayecto hacia Nuestra Señora
de la Asunción por vía terrestre) y de ser posible liberar al almirante Orson.
Al
mando del segundo grupo estaría un viejo amigo mío capitalino, quien esa misma noche tendría
una reunión con los hidalgos de la ciudad los Reyes, partiendo inmediatamente
termine esta, en busca de más caballeros que vivan tanto al centro como al
norte de su ciudad y de allí tomarían la ruta más corta hacia Panamá.
Finalmente
el tercer grupo estaría a cargo de Bob Patinho, el cuál seguiría la ruta
del norte, puesto que su misión sería ir al reino de la Gran Colombia donde los
señores Athos y Manimal ya lo esperaban en la Ciudad de Santa Fé.
Yo
tendría que esperar la respuesta de los feudales sureños antes de poder
continuar con la campaña (cosa que al principio no fue de mi agrado), con
tantos días por lo menos esperaba una noticia (positiva o negativa) de Gallo
quien fue como mi principal embajador hacia la ciudad de Santiago de Nueva
Extremadura en busca de mi amigo Rottweiler, pasando antes por Antofagasta
donde vive el señor Emerson; por lo menos eso me daría tiempo para permanecer
unos días en Los Reyes tanto para averiguar la identidad de los encapuchados,
además de sus propósitos y... para hacer una pequeña visita pendiente que no
realizaba hace ya bastantes años.
Terminada
la reunión de emergencia que tuvimos nos dispusimos salir a almorzar y preparar
nuestro viaje, fui el último en salir de la tienda, a mi paso salió un
jovenzuelo de escasos diez y ocho años (aproximadamente) quien entregóme una
carta y quedó estático inmediatamente.
La
carta decía lo siguiente:
Estimado
señor Txalaka:
Si está
leyendo la carta que mandé con mi mensajero, significa que no hubo nada fuera
de lo común hasta ahora, cosa que por un lado me tranquiliza, puesto que aún no
hay movilización de tropas por parte de nuestros enemigos, aunque por el otro,
me preocupa bastante que en estas semanas no se sepa nada de ellos o de sus
fechorías en Los Reyes.
Necesito
urgentemente hablar con vuesa merced lo más antes posible Y A SOLAS, puesto que
la información que le confiaré es de vital importancia para todas las ordenes
de caballería tanto de las de aquí como las que hay en vuestros dominios.
Si bien
vuesa merced se preguntará que siendo este un tema de vida o muerte, ¿por qué
no lo compartí antes con mucha más gente? Le confesaré que sentí miedo, un
miedo que os explicaré personalmente en nuestra cita.
Le
ruego que por vuestra seguridad (y la de nuestra misión), deje vuestra
armadura, espada y caballo con alguno de sus hombres de confianza, el cuál
deberá lucirlos mientras cruzan la entrada de la Ciudad de los Reyes y hasta
vuestro regreso; mi mensajero (que a la vez es mi escudero) lleva escondidos
una capa de pastor y un cayado que vuesa merced deberá usar para entrar a la
ciudad; cerca de San Vicente, se encuentra la Villa de San Luis, en donde
vosotros deberéis permanecer hasta el atardecer, mi escudero dejará su caballo
y ambos entrarán a Los Reyes cual pastores justo al llegar el ocaso, para lo
cuál ya dispuse unas cuantas ovejas que vuesa merced y mi escudero conducirán,
de esta manera vuestra historia será creible frente a los guardias (mi escudero
os dará más adelante la historia que deberán contar en caso los guardias os
pregunten quiénes sois); en San Luis podrá descansar en una pequeña casita que
mi escudero os mostrará, donde encontrarán provisiones para el resto del día
así como dos cueros de cabra, dos morrales y dos sombreros de paja.
Necesitará
una muy buena excusa para convencer a alguno de vuestros hombres en usar
vuestros artículos, dígales que es por seguridad vuestra, cosa que, valgan
verdades, no es del todo falsa, puesto que sin querer (o queriéndolo) vuesa
merced ya se ganó bastantes enemigos no sólo en Los Reyes; demás está decirle
que nadie puede saber del contenido de esta carta; es muy probable que mi
escudero, mientras usted lee se encuentre estático, no se preocupe, se
mantendrá en dicha posición hasta que usted le devuelva la carta, la misma que
será inmediatamente quemada.
Luego
de cruzar la puerta de Los Reyes, esperarán hasta el anochecer (calculo que
será una hora después de su llegada a la ciudad) de allí, ambos se dirigirán a
una taberna, mi escudero ya os guiará, pidan una medida de vino (para lo cuál
dejé varias monedas en vuestro morral) y sirvan tres copas (esa será la señal),
en ese momento se les acercará un mozo con apariencia de labriego, el cuál dira
un santo y seña que mi escudero reconocerá, luego permitirán que se siente con
vosotros y terminarán la medida de vino, después “el labriego” os conducirá a
nuestro punto de encuentro, nadie más que él (y yo obviamente) conocemos el
punto de encuentro, por lo que de fracasar esta primera misión (en caso emboscasen
o matasen a mi muchacho) nadie reconocerá el santo y seña por lo que “el
labriego” no llevaría a nadie hacia el punto de encuentro; a la vez que ustedes
se retiran, mi escudero se llevará las ovejas para que nadie sospeche...
Ruego
disculpe que no pueda revelar mi identidad en este momento, cosa que hago tanto
por mi seguridad como por la vuestra.
Atentamente:
Un
amigo
P.D.
Tenga cuidado con las serpientes, en caso capture alguna, mátela con el borde
de vuestro cayado, sáquele la piel y sepárela en ocho partes, haga un Mate De
Manzanilla, echando primero cuatro partes y después de tres minutos, eche el
resto; este es un antiguo remedio que salvará su vida algún día.
Aquel
Post Data, me daba la certeza que no se trataría de una trampa por parte de los
encapuchados, y que mi informante anónimo era un hombre de bien, bastante
inteligente al haber planeado nuestro encuentro con tantos detalles, entregué
inmediatamente la carta a su escudero, el cuál la quemó en mi presencia.
Me
resultaría difícil convencer a alguno de mis compañeros de armas a que usen mi
armadura, mi espada, mi caballo, sin previa explicación; pensé en Bob Patinho,
total, él conocía algo del tema, puesto que fue él quien me avisó del emisario,
además que como mi hermano de toda la vida, confiaba ciegamente en él, pero por
otro lado, sería levantar sospechas en caso algún espía no viera la armadura de
Bob liderando la tercera compañía, igualmente no podía darle mi
armadura a mi escudero puesto que ya él, era también conocido y de la misma
manera aumentarían las sospechas de nuestros enemigos si vieran mi blasón,
estandarte y espada, y no a mi escudero al lado mío.
De por
sí era una decisión bastante difícil puesto que no podría contar nada de lo que
decía la carta, en ese preciso momento, vi no muy lejos a Oto quien se acercaba
para decirme:
“Maese,
vuestros compañeros me mandan a buscaros, todos están preparándose en sus
tiendas de campaña, preparando sus armas y caballos, dentro de muy poco se
dispondrán de una vez a cabalgar hacia Los Reyes…”
Sonreí
y a la vez giré en dirección al escudero, quien estaba al lado derecho mío, él
cuál por respuesta dio una sonrisa cómplice.