miércoles, 17 de agosto de 2011

DE LA CAPA CORTA Y LA GORRA

(Ilustración de la Estudiantina Española en Paris de una revista alemana de 1878)

Cuando hablé del traje ideado por el sastre del Teatro Real para la Estudiantina Española que viajó a París en 1878 dije que de los hábitos estudiantiles sólo había tomado dos: el manteo y el sombrero de medio queso, cosa que siendo cierta (pues resulta válida para el cuerpo general de la Estudiantina), es incompleta pues, para los panderetólogos usa diversas prendas: la gorra y la capa corta.

Lo cierto es que el sastre de marras hizo este apaño con una sólida base histórica, y amparándose en el ejercicio continuado de su profesión pues, no en vano, debía haber vestido a múltiples personajes de esta guisa que, no en vano, son muchos los estudiantes sirvientes de otros estudiantes que aparecen en los sainetes, entremeses y comedias de Lope, Tirso, Cervantes, etc.

Los estudiantes que servían a otros estudiantes no se distinguían en sus ropas a otros sirvientes y, vestían capa y gorra, eso sí, los estudiantes que a otros escolares servían tenían su denominación propia, osea, su término español que los identificaba: eran los capigorrones o capigorristas (precisamente porque vestían de capa corta y gorra). Posteriormente, como veremos a continuación, este modo de vestir se amplió a los estudiantes más pobres aunque no fueren sirvientes.

Las constituciones salmantinas de 1538 prohibían a los estudiantes gastar gorras o caperuzas, mas, en atención a su pobreza, se exceptúa a “los que sirvieren a otro”. Desde 1561 capigorrones y gramáticos podían llevar hábitos seglares, capas y gorras. Posteriormente la Cédula Real de Agosto de 1608 permitió a todos los estudiantes de Salamanca, Valladolid y Alcalá acompañarse de cuantos criados estudiantes quisieren, pero ordenando que éstos no llevaran sotana y manteo, sino ferreruelos, sotanillas largas y cuellos bajos. Tampoco los Estatutos de la Universidad vallisoletana del siglo XVI se olvidan de la existencia de universitarios humildes de escasos recursos, para éstos se dice “...permitimos que los estudiantes muy pobres y los que sirvieren, con licencia del Rector puedan traer caperuça o gorra o capa, y no de otra manera”.

Consecuentemente el ferreruelo o herreruelo (capa corta con cuello y sin capilla) y la gorra eran los hábitos propios y exclusivos de los gramáticos y de los desheredados de la fortuna, de donde recibían el apelativo de Capigorristas o Capigorrones pero, como todo, la norma y excepción acabó desvirtuándose como nos muestra el siguiente edicto dado en Cervera a 29 de abril de 1759:

“Y sin embargo de que hasta ahora se ha tolerado el ir con capa á las Escuelas, con motivo de pobreza, con todo constándonos que muchos que no son pobres abusan de este título con manifiesta infracción de los Estatutos: Prevenimos que en adelante no se permitirá á ningún estudiante de las facultades, cursar con capa en la Universidad, sin que nos haga constar legítimamente su pobreza. Y que aun los indultados de vestir hábitos largos, no podrán llevar capa gorda, ni de otro color que negro, ni calzar alpargatas, ni zapatos blancos, deviendo, siempre en este trage guardar la mayor decencia y honestidad, baxo pena de cárcel y otra arbitraria en caso de reincidencia”.

En esas comedias, autos y entremeses (citadas anteriormente), el personaje del capigorrón es el gracioso, quien aporta la chispa... probablemente por tal razón el sastre decidió vestir a los panderetólogos de tal manera. 
Tras imponer la moda la estudiantina española de 1878 empiezan todos a copiarla... incluyendo que lo panderetólogos usen gorra y el resto bicornio.

Aquí podéis ver a la estudiantina compostelana durante su visita a Coimbra en año 1888 posando en las esleas de la vía latina (el Portugal se dice que tras esta visita y con causa de la misma nace la tuna académica de Coimbra):


 Estudiantina de Coimbra 1888


Aquí por poner otro ejemplo, la foto de la estudiantina de Santander (1884) que puede hallarse en la red:


 Luego esa moda fue pasándose y todos los tunos usaban bicornio... y luego ni eso, incluso antes de la guera civil.  
(Información obtenida gracias a Maese Chencho de la Tuna de Medicina de Córdoba) 

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