miércoles, 24 de agosto de 2011

DE ÓRDENES Y MESNADAS (CAPÍTULO 01)

 LO QUE ACONTECIÓ LA NOCHE ANTERIOR




Muy temprano me levanté, justo al oir el canto de los pájaros, aún sintiendo una alegría inmensa al recordar los hechos de la noche anterior, el volver a ver después de mucho tiempo a mis antiguos compañeros de lucha, así como a los miembros de mi hermandad, cantando, bebiendo, contando historias del pasado, algunas de las cuales son tan antiguas que parecen ser parte de las leyendas.

Llegó el momento más importante de la noche, el motivo por el cuál cité a tantos buenos caballeros, al principio hubo una duda entre algunos de los caballeros más jóvenes: ¿Quién es el Conde de Fuchinga Alta?, ¿Qué ganábamos viajando miles de kilómetros en una guerra que no era nuestra?

Mis palabras, al parecer despejaron muchas de las dudas tanto de los caballeros que me interrogaron, como de la mayoría de los hidalgos.

"En primer lugar quiero agradecer a cada uno de ustedes por haber aceptado (algunos a última hora) la invitación que os envié para reunirnos, sé que como esas dos, tendrán muchas preguntas más, algunas las responderé en este momento, otras, ustedes mismos obtendrán la respuesta en caso decidan acompañarme.

- ¿Que quién es el Señor Conde? 


Muchos habrán oído de boca de los juglares las aventuras y hazañas de un grupo de viajeros en busca del tesoro de la Atlántuna, pues fue el Conde quien comandó dicho grupo.


Además de ser un gran amigo, el Conde es un maestro en todas las artes y eso que, debo confesar, nunca tuve el gusto de luchar al lado suyo, ni fui su escudero, por ende el vínculo que nos une no es vasallaje sino más bien hermandad (y porque no, admiración).


Para responder a la segunda pregunta, fácilmente podría daros un discurso (muy creible por cierto) de lo mucho que ganaríamos, me limito a decir que, materialmente, NO GANAREMOS NADA, no traeremos algún botín y es muy probable que tampoco recibamos tierras allá en la Madre Patria, es más hasta pueda ser que tengamos que sacar de nuestros bolsillos para financiar parte de esta empresa; PERO PELEAREMOS  CON HONOR, DEFENDIENDO LADO A LADO EL HONOR DE UN AMIGO, DEMOSTRANDO EL NUESTRO CON NUESTRO VALOR Y CALIDAD..."

Quise continuar con mi discurso cuando fui interrumpido por algunos de mis hermanos, tomó la palabra Orson quien a su vez dijo: "Hermano Txalaka, si el señor Conde es vuestro amigo, entonces lo considero mi amigo, cuenta conmigo y con mis huestes, gustoso estoy en volver a luchar al lado tuyo y si, como bien afirmas, dicho caballero es tan grande, será un placer luchar al lado suyo también, es más me ofrezco a llevar tanto a mi gente como a los que quieran acompañarnos en el primer grupo que parta."

Me acerqué y abrazé a Orson, nos conocíamos desde que entramos a la Orden juntos como novicios, y si bien en algún momento, nuestros caminos tomaron rumbos diferentes, el destino siempre nos juntaba para pelear juntos como en aquella campaña del norte... (bah, vamos a la historia actual).

Ambos discursos convencieron (a los pocos reacios que habían) y reafirmaron (en la mayoría) las ganas de participar en esta contienda, se escucharon muchas arengas, ruidos del sonar de copas, vítores,  etc. etc.  tratando de mantener la calma, pedí la atención de todos:

"Hermanos, esta aventura que emprenderemos no será fácil, el rival cuenta con un número similar (sino mayor) de guerreros y si bien todos los que moramos en la Villa de la Asunción de Nuestra Señora del Valle Hermoso de Arequipa nos destacamos por nuestro valor y destreza, podríamos necesitar ayuda, es por lo que pediría a ustedes mis hermanos que vayan a los castillos feudales vecinos en busca de más guerreros y provisiones..."

"¡Te has vuelto loco Txalaka! ¡Cómo es posible!, ¡un caballero haciendo el trabajo de un simple mensajero!" - vociferó un joven caballero.

Pienso que mi respuesta fue clara: "Cuando aun no éramos caballeros, hacíamos todo tipo de trabajos en los cuales mostramos nuestra humildad, sin degradarnos,  nunca llegando al servilismo, además mostrando nuestra picardía, lo cuál, a la larga, nos valió para obtener el rango que ahora poseemos".

"Además, si os pido a ustedes mismos que vayan, es para que los feudales vecinos vean la importancia de esta lid, no van simples mensajeros en pos de ayuda, VAN MIS HERMANOS pidiendo lo justo, y estoy seguro que mostrando todo su arte y su verbigracia, dichas empresas desde ya, serán un éxito."

No fue necesario designar a los "caballeros-mensajeros" inmediatamente de los que más apreciaba (y de los que yo personalmente hubiera escogido) se ofrecieron como voluntarios, aunque cabe aclarar, que impedí a los dos primeros voluntarios que vayan como mensajeros, y esto debido a que los señores Trito y Largo, serían de muchísima más utilidad si permanecían aquí, tanto preparando la campaña a ultramar, como la propia en estas tierras (teníamos unos pocos revoltosos que querían destruir nuestra paz), y sobretodo, la formación de los futuros caballeros; es por eso que quedaron a cargo de la infantería y caballería respectivamente.

Mi antiguo escudero (y ahora hermano caballero) Gallo me preguntó: "Maese y usted ¿qué hará ahora?" - respondíle: "En primer lugar debo mandar cartas a los principados del Sur para pedir ayuda a mis aliados sureños, y quién mejor que tú, hijo mío para que seas mi portavoz. Luego pienso realizar un viaje al reino de la Gran Colombia y de allí viajar a luchar al lado de mi amigo, el señor Conde..."

Mi hermano Largo replicó: "Tenemos que preparar tu viaje y tu escolta".

En ese momento, y pidiendo permiso a los presentes, entró mi actual escudero: Nescao, luego de  pedir la palabra y dirigiéndose a mí, prosiguió: "Maese, ya están listas las provisiones, vuestras armas y los dos caballos que pidió, ¿a qué hora partimos?"

Muchos de los presentes se quedaron extrañados, entre ellos Trito, quien dijo: "Hermano Txalaka, no dudo de vuestro valor, pero ¿no crees conveniente que te acompañen algunos caballeros?, ten en cuenta que nosotros aquí también estamos en guerra, y si nuestros enemigos se enteraran que viajas solo ¡no quiero ni pensarlo!, podría darse el caso que nuestros rivales, por medio de sus espías ya lo sepan, y estén esperando que partas para emboscarte."

"Con mayor razón es preciso que de morir, sólo muera un caballero solo, a que mueran muchos." - fue mi respuesta.

"¿Tan seguro estabas de nosotros, en que te acompañaríamos en esta guerra, que ya te preparaste para viajar al norte?" - me interrogó, mientras sonreía mi hermano Largo.

Y es que si alguien me conocía tan bien, ese era Largo, mi hermano en todo el sentido de la palabra, batallas innumerables juntos, muchas vencidas (y no sólo en la guerra jeje) algunas perdidas, pero siempre nuestros blasones blandían juntos, y el solo hecho de verlos hacía temblar a muchos de nuestros enemigos.

"Conozco el valor, la dignidad y sobretodo EL CORAZÓN de ustedes, mi gente, MI FAMILIA" - fue mi última respuesta, a la vez que subía a mi caballo junto a mi fiel escudero.

Cabalgamos parte de la noche, y Nescao me preguntó: "Maese, ¿seguiremos cabalgando?", dándome cuenta que no sólo los caballos, sino también mi escudero (y valgan verdades, también yo) se sentían muy cansados, decidí parar a descansar y dormir un poco (cosa que no logré del todo, puesto que me puse a escribir esta historia).

Me levanté, y mientras veía como Nescao limpiaba mis armas (tanto a mi hermosa Brunilda como a Astarté) para luego asear los caballos y darles de comer, caminé no muy lejos de donde paramos, observando el hermoso paisaje de aquella región, cuando mi escudero me llamó diciendo que los caballos ya estaban listos.

- "¿Seguimos por el camino del norte, Maese?".

Con una sonrisa le respondí: "No, tomaremos el camino del noroeste, nos vamos a la Ciudad de los Reyes, Bob Patinho actualmente reside allí y necesitamos toda la ayuda del mundo..."

Nos dispusimos a cabalgar...





CONTINUARÁ...

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