ANTES DE LLEGAR A LA CIUDAD DE LOS REYES
Si bien cabalgamos todo el día anterior, aun nos faltaban muchas leguas antes de llegar a nuestro destino, es decir, encontrar a mi hermano Bob Patinho. Llegamos a una villa tranquila con abundante vegetación y conocida en todo el mundo por ser el lugar de origen del mejor licor habido, tanto así que la llamaban "LA BEBIDA DE LOS DIOSES", su gente, muy hospitalaria, al principio al vernos llegar, creyeron que éramos guerreros en busca de conquistar la "Villa de Valverde" (que así se llamaba dicha villa), al explicarles nuestras intenciones, y sobretodo que estábamos de paso, cambiaron su actitud hacia nosotros, es más fuimos invitados a la fiesta de la villa, música, bebidas y mujeres hermosas; contagiados por la inmensa algarabía de nuestros anfitriones, decidimos regalarles un poco de nuestro arte (el arte de ser caballero no es solamente el de la guerra), la fiesta duró hasta casi el amanecer.
Mientras permanecí solo en la habitación que se me asignó, pensaba cómo irían las cosas tanto en la Villa de la Asunción, como a mi hermano Orson que debería estar navegando, y sobretodo cómo estarían las cosas en la Madre Patria, me impacientaba el no tener noticias, por lo que me fue muy difícil conciliar el sueño.
Eso a la larga sería lo que salvaría mi vida, puesto que por la ventana que daba a la parte izquierda de mi habitación se abalanzó un encapuchado con un puñal, sus intenciones eran más que obvias, y luego de unos minutos de ardua lucha logré vencer a mi rival y dejarlo inerte, por una medida de precaución lo dejé en mi cama cubierto para que nadie sospechara (en caso que hayan más asesinos y ganar algo de tiempo), inmediatamente vino a mi mente mi escudero, ¿seguiría vivo?
Sigilosamente salí de mi habitación, usando la capa que arrebaté a mi asesino hasta llegar a un granero, donde vi a mi fiel escudero amarrado mientras era golpeado por dos hombres vestidos de la misma manera como actualmente estaba yo.
- "¡Dinos, quién los mandó!, ¡hacia dónde van!, ¡habla o muere!"
Mi escudero recibía estoicamente todos los golpes sin quejarse, sus agresores batíanle con más furia mientras lo insultaban:
- "¡Habla desgraciado!, si estimas tu vida ¡habla!, tu señor ya está muerto, y no tardará en llegar su cabeza..."
Vi a Nescao que seguía sin inmutarse, sin embargo aparecía una gruesa lágrima que corría por su mejilla derecha.
Mi furia no tuvo límites y desenvainando mi espada contra ellos exclamé: - "¡La cabeza junto con el acero que terminará vuestras miserables vidas!"
La lucha no duró mucho, al querer humillar más a mi escudero, sus atacantes dejaron sus armas en una esquina, sin pensar que la suerte jugaría a nuestro favor y no al suyo, desaté de inmediato a mi escudero el cual aún con lágrimas en los ojos abrazándome me dijo:
- "Maese, pensé que estabas muerto y ni así traicionaría a los nuestros, hubiese preferido morir".
- "Nunca tuve dudas de tu lealtad o de tu valor hijo mío" - le respondí - "sin embargo ahora debemos saber si hay más asesinos, hasta que punto tienen el control de la villa, y lo más importante, quién los mandó."
No sería larga nuestra espera, los asesinos descubrieron el cuerpo de "mi asesino" y juntaron sus huestes para destruir la villa y matarnos tanto a Nescao como a mí, venderíamos caras nuestras vidas aunque en ese instante pensaba en la seguridad de la villa antes que en mi misión.
- "Ha sido un honor enseñarte todo este tiempo, hijo mío" - le dije a mi escudero,
- "Si he de morir, que orgullo hacerlo al lado suyo Maese" - respondió él.
Salimos armados con espadas (si bien los escuderos no deben usarlas, los rivales a los que nos enfrentábamos tampoco eran caballeros que sabían lo que era el honor), y al grito VENCER O MORIR nos enfrentamos a un grupo de rivales inmensamente superior a nosotros, los minutos pasaban cual horas y el cansancio empezaba a dominarnos, en medio de una lucha tan desigual, logré percibir un sonido al cuál no le di mucha importancia hasta que este aumentó. Silbidos de flechas a la vez que cascos de caballos, ni siquiera tuve tiempo a voltear para ver si eran amigos o enemigos.
En poco tiempo los pocos enemigos que quedaban vivos huyeron, y al voltear por primera vez en mi vida agradecí que no se haya cumplido una orden mía.
- "Maese, disculpe que no le hayamos hecho caso pero no confiamos en nuestros enemigos y temíamos por su vida, al parecer no nos equivocamos".
Sonriendo les dije: - "¡Rugrats y Mick Jagger, como siempre desafiando mi autoridad! pero esta vez me da mucho gusto que lo hayan hecho, vamos a descansar y a ayudar a los pobladores de esta villa que han sufrido mucho".
Ayudamos a reconstruir algunas de las casas que fueron destruidas en el saqueo de los asesinos, y después se armó un festín en nuestro honor bebiendo "LA BEBIDA DE LOS DIOSES", más conocida como PISCO (que a la larga daría nombre a una ciudad cercana), la alegría se podía respirar por toda la villa, sin embargo yo aún tenía muchas dudas, sobretodo el símbolo que vi tallado en el puñal que arrebaté a uno de mis asesinos...
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